la verdad...


 …”solamente el fulgor de la verdad brilla en el reino del Señor”.  En la otra orilla sólo existe la verdad: ni el buscador, ni lo buscado; ni el observador, ni lo observado; ni materia, ni conciencia; sólo la verdad, tan sólo la ciencia suprema.  Y tú te vuelves uno con ella, no estás separado de ella: te conviertes en parte de esa divina melodía.
Sólo eso es esencial.  Busca, indaga, trata de descubrir qué es la verdad.  La verdad no se encuentra en abstracciones, la verdad no se encuentra en las escrituras, la verdad no se encuentra en los diálogos.  La verdad está aquí y ahora.  La verdad es: tú te has de abrir a ella.  La verdad reside en la apertura de tu corazón.  El amor se convertirá en el puente entre tú y la verdad.
         Ahora mismo estás tratando de vivir en el mundo a través del puente del ego.  El ego separa; el amor, une.  El amor es el único. El ego separa, te convierte en una isla, te aísla.  Y mira qué ironía: primero cultivas tu ego y entonces dices: “Me siento muy solo”.  El ego te hace sentir solo, te hace sentirte aislado.  El ego te convierte en una pequeña isla.  El amor… de nuevo te convierte en el continente, en el océano, en el universo.
Mediante el amor alcanzarás esa pausa entre dos notas… donde continúa la divina melodía, donde Dios está tocando. En este mismo instante, ahora mismo, te envuelve.  Está a tu alcance, casi al alcance de tu mano… tan sólo un poco más de comprensión, un poco más de conciencia y lo sentirás.  

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