vida y muerte


La vida es vivir.  No es una cosa, es un proceso.  No hay otra forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella. Si buscas el significado de la vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, ten por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado.
La vida no te está esperando en ninguna parte; te está sucediendo.  No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar; está aquí y ahora, en este mismo momento: en tu respiración, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón.  Cualquier cosas que seas, es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte te la perderás.  El hombre ha estado haciendo esto durante siglos.
Los conceptos se han vuelto muy importantes, las explicaciones se han vuelto muy importantes y lo real ha sido olvidado por completo. No vemos  lo que de hecho ya está aquí, queremos racionalizaciones.
Nadie puede darte el significado de tu vida.  Es tu vida y el significado ha de ser también el tuyo. Nadie más que tú puede encontrarlo.  Es tu vida y solamente es accesible a ti.  Solamente con el vivir te será revelado el misterio.
Lo primero que me gustaría decirte es: no lo busques en ninguna otra parte.  No  lo busques en las escrituras, no lo busques en inteligentes explicaciones; son sólo justificaciones.  No explican nada.  Simplemente atiborran la mente sin hacerte consciente de su esencia.  Y cuanto más atiborrada está la mente de explicaciones o conocimientos mas adormecida esta tu sensibilidad, no te aporta luz y no te indica el camino. 
La vida ya esta burbujeando en tu interior. Solamente TU puedes contactar con ella allí.  TU eres su santuario. Por eso, si quieres saber lo que es la vida lo primero que has de recordar es: nunca la busques en lo exterior, nunca trates de descubrirla en alguien.  Su significado no puede ser transferido. Los más grandes maestros nunca han dicho nada sobre la vida; siempre te han remitido a ti mismo.
Lo segundo que has de recordar es: una vez que sepas qué es la vida, sabrás qué es la muerte.  La muerte es parte del mismo proceso.  Por lo general creemos que la muerte llega al final, por lo general creemos que la muerte se opone a la vida, por lo general creemos que la muerte es el enemigo, pero la muerte no es el enemigo. Y si consideras a la muerte como el enemigo esto simplemente demuestra que nos has sido capaz de averiguar lo que es la vida.
Muerte y vida son dos polaridades de una misma energía, del mismo fenómeno: flujo y reflujo, día y noche, verano e invierno.  No están separados, no son opuestos ni contrarios.  Son complementarios.  La muerte no es el fin de la vida; de hecho es la culminación de una vida, la cresta de la vida, el clímax, el gran final.  Y una vez conoces tu vida y su proceso, entonces comprendes lo que es la muerte.
La muerte es una parte orgánica, integral de la vida y tiene amistad con ella.  Sin ella la vida no puede existir. La vida existe debido a la muerte, la muerte le da un trasfondo.  La muerte es, en efecto, un proceso de renovación.  Y la muerte sucede a cada instante.  En el instante en que inhalas y en el instante en que exhalas, ambas se dan.  Al inspirar, la vida entra; al expirar, viene la muerte.  Por eso al nacer un niño lo primero que hace es inspirar; entonces la vida empieza.  Y cuando un viejo muere, lo último que hace es exhalar; entonces la vida se va.  Exhalar es muerte; inspirar, vida.  Son como las dos ruedas de una carreta.  Vives tanto debido a que inspiras como a que expiras.  El exhalar es parte del inhalar.  No puedes inhalar si dejas de exhalar.  No puedes vivir si dejas de morir.
El hombre que ha comprendido lo que es su vida permite que la muerte suceda; le da la bienvenida.  Muere a cada instante y a cada instante resucita.  Su cruz y su resurrección se alternan continuamente como un proceso.  Muere al pasado a cada momento y nace una y otra vez al futuro.

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