una cuestión de fe

Olfateo las virtudes humanas en cada contacto verbal o visual que la vida me regala. Hoy en especial los mexicanos nos volcamos a venerar un dechado de virtudes plasmadas ante una virgen: “la Guadalupana”. Resulta misterioso compartir los momentos que me llevaron a  posar mi mirada en esta imagen cautivandome indescriptiblemente.
Tiempo atrás miraba  a mis seres queridos acercarse a la guadalupana en procesiones, comprando su imagen o  venerándola. Por aquel entonces su imagen no  llegaba a tocar mi corazón, solo repetía sus alabanzas como parte de las enseñanzas familiares. Fue el profundo amor que guardo hacia mi madre quien me llevo de la mano a conocerla. Primero mediante la forma de la virgen de juquila y posteriormente viéndola  bajo plegarias a la guadalupana al orar por sus hijos.
Exprese anteriormente; misteriosamente me he acercado a ella, sin temor a equivocarme, y lo ratifico con una de tantas  anécdotas que han dejado huella en mi vida.
Diariamente llego a una vieja casona poblana que le llaman la Reyna y han sido tantos los años laborando ahí, que siempre me había consternado su nombre. Fue  al paso de los años, cuando un día tropecé con sus orígenes,  al encontrarme leyendo historias de la antigua puebla. Recuerdo que tenía entre las manos  una vieja  revista donde explicaba el origen y los sucesos de la reyna, me embebí cada una de sus hojas maravillándome al conocer su historia y entendí el porque me sentia tan acogida por cada muro de aquella vieja casona y en especial por sus rincones. Ahí se concentraban miles de mexicanos para venerar a la guadalupana y le llamaban: la Reyna de México, de ahí el nombre de esa vieja casona y aunque hoy solo son oficinas públicas no deja de tener su historia y misticismo.
Este fue uno de tantos misterios que me han acercado a ella.  Ha sido mi ángel en cada paso que doy por la vida. Al recordar que no era consciente de ella me lamento, estaba ahí mostrándome el camino,  y  yo andaba dando palos de ciego buscando la serenidad emocional. Esta fue una de tantas causas que me llevo a venerarla. Hoy ante mi llegada diaria a esta vieja casona  me arropa el recuerdo de miles de almas que se reunían por un solo acto: desplegar virtudes de fe y esperanzas hacia la virgen de Guadalupe.
Ahora plasmare un reciente  suceso que definió mi fe.  Me encontraba comprando accesorios para un negocio que pondría con mis  hermanas en la destruida casa  que una madre lego a sus hijos. Concentrada en las compras solo me remitía a adquirir lo necesario  pues el presupuesto así lo requería y además la tienda no vendía artículos religiosos. Sin embargo en el momento de  disponerme a salir de aquella tienda, al realizar mi pago levante la mirada y ahí estaba; era la imagen de la virgen plasmada en varios cuadros. Fue quizá el destino, pues al mirarla en su enorme cuadro; la compre sin titubear. Me cautivo en la inmediatez,  sabía que su imagen completaría los designios de una madre.  
Estos  son breves relatos de cómo llegue a postrarme ante los  pies de quien está iluminada; la virgen de Guadalupe y hoy conmueve a mi alma y a mi corazón unirme a millones de seres  convocados por ella bajo una sola plegaria: la paz y el amor universal.
                                                                                                                                 

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