no se reconoce como amable y benèvolo
Si sabes que eres un hombre sencillo, no lo eres. Este
saber lo complica. Si te reconoces como un hombre religioso, no lo eres, porque
la astuta mente desea volverte exhibicionista.
Cuando eres benévolo, y no lo sabes, cuando eres
sencillo y no te das cuenta de ello, se ha convertido en tu misma naturaleza.
Cuando algo es realmente natural no te das cuenta de ello, pero cuando algo te es
impuesto eres consciente de ello. Cuando alguien
se vuelve rico, un nuevo rico, es
consciente de su casa, de su piscina, de sus riquezas, y puedes ver que él
no es un aristócrata porque está tan preocupado con el ostentar.
Un nuevo rico solicitó tres piscinas
para su jardín. Se hicieron y luego se las enseñaba a un amigo. El amigo
estaba un poco extrañado. Le dijo, "¿Tres piscinas?, ¿para qué? Con una
sería suficiente".
El nuevo rico le
dijo, "No, ¿cómo podría ser una suficiente? Una para agua fría, una para
agua caliente".
Y el amigo le preguntó, "¿Y la
tercera?".
El contestó, "Para los que no sepan
nadar. Por eso esta tercera piscina
permanecerá vacía".
Puedes
conocer si un hombre se ha enriquecido recientemente, lo estará
mostrando. Un aristócrata de verdad es uno que ha olvidado que es rico. Un
hombre del Tao es un aristócrata del mundo interior.
Si una persona
presume de su religión, no es realmente religioso. La religión es todavía como
una espina, no es natural, hiere, él está ansioso por exhibirla. Si deseas
exhibir tu sencillez, ¿qué clase de sencillez es ésta? Si exhibes tu
amabilidad, se convierte en puro cálculo, no hay nada de amable en ello.
Un hombre del Tao
es un aristócrata del mundo interior. Está en extremo sintonizado con él, no
hay exhibicionismo hacia otros, él mismo no es consciente de ello. El no advierte
que es sabio, él no advierte que es inocente y mucho menos se reconoce como
amable y benévolo.
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