silencio y verdad

Las palabras pueden ser hermosas, pero nunca pueden ser la verdad. La belleza constituye un valor estético. Puedes disfrutarla, al igual que puedes gozar de una bella pintura, sin embargo no sucede mucho a partir de este placer. Es bueno mientras dura. Las palabras nunca son la verdad: no podrían serlo, por su naturaleza misma. La verdad sólo puede ser co­municada en silencio. Y ésa es la paradoja: muchos han insistido en que la verdad sólo  puede ser comunicada en silencio, sin embargo usa­n palabras para hacerte callar. Solo cuando el silencio llega por si solo a las profundidades de tu Ser observas la belleza de la verdad.
Aun si tienes vislumbres de verdad a través de mis palabras, esa vislumbre se produce a tra­vés de tu silencio y no de mis palabras. Aun si te sientes absolutamente seguro de que lo que digo es verdad, esa sensación de certeza abso­luta proviene de tu silencio y no de mis pala­bras. Siempre que estás callado, allí está la ver­dad. Siempre que mantienes un diálogo interior o un parloteo continúa por dentro, pasas por alto la verdad.
Cualquier cosa que haga la gente que dice amarte como: hablarte, ayudarte, forzarte a hacer catar­sis, convencerte de gozar y disfrutar para alcanzar la verdad, será imposible, en tanto el parloteo continúe invadiendo tu hogar interior. Contrario a ello, cuando te callas por  convicción propia, estás en silencio, las puertas se abren: estás en el templo. El modo en que hagas silencio carece de importancia. Quedarte en silencio es el camino que te lleva a la verdad. El silencio no co­noce fronteras. En el silencio, se produce el amor. En silencio, ocurre todo lo que tiene signi­ficación, pues vives a través de la verdad reflejada cristalinamente en tus actos mundanos…cbf

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