El loto es uno de los fenómenos más milagrosos de la existencia por ello en Oriente se ha convertido en un símbolo de transformación espiritual. ¿Por qué? Porque el loto posee un significado muy simbólico: crece en el barro, es un símbolo de transformación, es una metamorfosis . El barro es sucio, tal vez hediondo, el loto es fragante y ha salido del hedor del barro. Exactamente de la misma manera, la vida casi siempre es barro hediondo pero en ella se oculta la posibilidad de convertirse en un loto. El barro se puede transformar, puedes convertirte en un loto. El sexo se puede transformar, puede convertirse en samadhi (una totalidad). La ira se puede transformar y se puede convertir en compasión. El odio se puede transformar y se puede convertir en amor. Todo lo que tienes y que ofrece un espectro negativo en este momento, como el barro, se puede transformar. Tu mente ruidosa se puede vaciar y transformarla en música celestial.
La magia de poderosas palabras vertidas en uno reconstituye mente, alma y cuerpo descubrimiento que recién me voy iniciando a explorar, practicar y apuntalar en mi diario respirar. Aun y cuando ya había tenido referentes del poder de la palabra, la delgada tela de inconsciencia me tenía envuelta cual oruga que no es capaz de traspasar el capullo que me mantenía al margen de la deidad para volar cual mariposa libre, alto, bajo, alto sin obstáculo alguno. Toda palabra vertida, escuchada o pasajera solo era eso –palabras– no me permitía ir más allá de su expresión, aplicación o toma de conciencia efecto de vivir atrapada entre rejillas de inconsciencia. Y cuales son; Cuidado, Amor, Gratitud, Compasión . Cuidado Palabra usada en más de lo mismo, prácticamente gris así concebía tan poderosa palabra –cuidado– era tal el descuido que solo la empleaba para ser enviada a otros como una alerta, un parabién –cuídate mucho– –ten cuidado– ¡cuidado! no empleaba dicha palabra para ser aplicada en mí
La serenidad no tiene rostro, se manifiesta cuando menos lo esperas y no precisamente en ti, muchas veces frente a ti cuando todo mundo corre, se abalanza, camina, deambula. Aun cuando la serenidad me habita, me prueba una y otra vez… expresión que ha salido de la inconsciencia y así quiero dejarla, “ me prueba” . La realidad es que…ella no me prueba, soy yo quien la pierde o la recupera o quizá debiera decir; soy más consiente de mí . De niña miraba el correr de la vida, la urgencia, la premura e incluso fui parte de ella, del ajetreado ritmo de vida bajo los clásicos; rápido, apúrate, ya, que esperas...agobios que ahora sé que lesionan cuerpo , mente y alma . De hecho jamás he sido ágil, pero ese no es el punto, el punto es como; aun hoy en día, el ritmo de vida continua acelerándose y elevándose a niveles impresionantes y si antes corría o creía correr pues creo que ahora me he vuelto tremendamente lenta. A mas de cinco décadas de haber, vivido las premuras del tiempo
Cuando siento la negatividad rozando mí respirar en automático género poderosas sensaciones de bienestar, así me encuentre a unos centímetros de la profanacion espiritual.
Merecedora de un buen descanso me doy después de largos días de faenas abrumadoras. Faenas que no solo tuvieron que ver con el trabajo físico, tuvieron que ver con el temerario trabajo espiritual, con la poderosa toma de conciencia para esquivar desajustes emocionales, eso sí que amerita un reconfortante descanso para el alma. Entre el trabajo físico y el aprendizaje emocional definitivamente el trabajo emocional fue el que mayor atención me demando pues me requirió de una entrega al cien por ciento de lucidez, de una estabilidad emocional al máximo y una poderosa aura de protección personal. La búsqueda constante por equilibrar la balanza de la vida desarrollo en mí la habilidad para mantenerme saludable ante cualquier situación por muy inestable que se torne. Es tal el logro que me felicito por estar alejada de las bajas densidades, aquellas que atentan con la toma conciencia, me siento orgullosa por mantenerme ecuánime al paso de los años a eso le llamo; un real trabajo emocion
La fuerza de voluntad no es una fuerza, pues la voluntad depende del yo: es un fenómeno diminuto, que no puede generar demasiada fuerza. Cuando no tienes voluntad, estás lleno de poder, porque entonces te haces uno con el todo. Resulta tan contradictorio respecto a lo que se nos ha enseñado que cuando abandonas la voluntad, descubres el poder que habita en ti. En el fondo la fuerza de voluntad es una especie de impotencia. Y para ocultar el hecho de nuestra impotencia, creamos la voluntad. Creamos lo opuesto, para engañarnos a nosotros mismos y para engañar a los demás. La gente débil siempre está tratando de parecer fuerte. Se crea lo opuesto porque es la única manera de ocultar dentro la realidad. Una persona verdaderamente fuerte no tendrá conciencia de ser fuerte. La fuerza estará latente, estará allí, pero ella ni siquiera tendrá conciencia de ello. Lao Tse dice: "Un hombre verdaderamente virtuoso nunca sabe que lo es." "Un hombre realmente moral
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios son bienvenidos