Consuelo Barragán Flores

Inocencia, incredulidad y felicidad virtudes adheridas al alma llegando a este plano terrenal. Virtudes que con el paso del tiempo se desconfiguraron tornándome malvada, enajenante y egocéntrica. Fue una chispa divina quien me rescato de tan bajas densidades. Fue la vida quien me recordó que existe la divinidad y debía ir por ella, así inicie mi evolución espiritual. Fui de estado en estado, de grado en grado de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración hasta el punto de lograr una verdadera transmutación alquímica, una verdadera evolución espiritual. Cada letra vertida la afirmo de corazón pues integran mi compendio de vida. Comprender la esencia del significado de "espiritualidad" me arropa de fuerza y poder. Sentir mi espiritualidad me llevo a comprender que debía dejar de andar estrellándome contra el universo. Me comprometí con ella al sentirme, al transmutar lo indeseable en valía, al soltar la maldad para abrazar la supremacía, al usar las fuer...

Intuir la vida es sentirla, es descifrar lo etéreo de su lenguaje, es recibir poderosos mensajes, es destronar la inseguridad para dar firmes pasos, es atenderla para liberar cuanta carga se encostre a mi espalda. Que necedad de cargar lo que me daña. Intuir la vida me hace feliz porque transforma mi existencia y me coloca más allá de la nimiedad. Antaño intuía sucesos, eventos, acciones mas no daba importancia a tal despliegue de información alertando mi existencia, esta cabeza me aseguraba que  era producto de la casualidad o efecto de lo impredecible. Hoy en día ya no es así, hoy " intuir la vida"  es como una sagrada  capacidad que atiendo con absoluta devoción. Lo que intuyo lo abordo, reacciono y actuó de acuerdo con el mensaje. Configuro todo un sistema de reacciones basándome en mi intuición, dependiendo de la situacion, mis reacciones son agiles, habiles y seguras para recibir la vida se presente como se presente. Simple y sencillamente confió. Me tomo el tiempo ...

El ahora es mi mayor edificación de vida, es mi sagrada religión, aunque hube de sustituir la palabra ahora por una más simple;  instante. Pretendia conquistar el ahora , vivir el instante  dejar de extraviarme entre pensamiento y pensamiento, m e apodere de tan virtuosa capacidad cuando fui capaz de instalarme en este sagrado instante. El ahora es mi mayor edificación de vida, es mi sagrada religión. Colocar la mirada en mi cotidianeidad, sentir lo que pienso, digo o hago son mis hostias para comulgar con la vida hasta el grado de fluir espiritualmente. Es como partir de lo mas simple para dominar lo mas complejo. Es como una saludable comunión con la vida.

Habitarme es lo mas sagrado que me ha acontecido. Habitarme no es un logro adquirido de la noche a la mañana, es una realidad obtenida a lo largo de años, es un hecho sustentado por la comprensión, disposición y voluntad .