Hacer arte conmigo

El arte de hacer arte conmigo es realmente una bendición de vida. El arte de hacer arte conmigo me demanda altísima apertura espiritual para poner en contexto las profundidades de este corazón. Se precisa de temple para trazar las pinceladas que hacen arte conmigo, con lo inimaginable e intangible de la vida. Hablo de hacer arte con mis humores, de tener la osadía de pensar paralelamente al pensamiento añejo que invade a tan hermosa tierra, de sacar a flote el valor para no temer a nada lo cual me enorgullece, me pone en el contexto de aprovechar inteligentemente cada respiro que doy. Es una bendición saberse sumergida en un mundo donde lo etéreo cobra visión y la supuesta realidad es empañada por la verdad, es una bendición mirar el contexto terrenal desde otro espectro. Hago arte con mis humores, cuando pongo atención a mis emociones, aquellas que desprenden vanas intoxicaciones, me sucede cuando trastrabilleo entre los atorones de la vida o los pesares que tocan a mi puerta e incluso los tremendos desgastes socioculturales que invaden tan celestial tierra. Pongo atención en mis bajas densidades y cuando lo hago instantáneamente se disuelven lo cual es un arte porque se requiere de temple para erradicar tan nefasto ego que lo pone a uno a luchar contra uno mismo, en ello reside el hecho de hacer arte con mis humores, en el valioso instante que me permito para extender un lienzo de voluntad en aras de aceptarme. Pongo atención a lo que hago conmigo y cuando lo hago es como si un rayo de luz desvaneciera tan feas sensaciones. Para cuando logro saltar tan tremendas intoxicaciones, mi alma entra en paz conmigo, el espíritu se congratula con el corazón, todo mi Ser entra en un vasto equilibrio. Respecto al tener la osadía de pensar paralelamente no sé cómo catalogarlo, más sé que es todo un arte lograrlo, porque uno debe salirse del carril diseñado para la humanidad y construir el propio a base de sangre, sudor y lágrimas lo cual no es ninguna exageración, lo avala mi experiencia terrenal. Se precisa de tremendas agallas para lograrlo, es una realidad que amo cincelar instante a instante. A estas alturas de mi vida actuó paralelamente al pensamiento añejo de la vida. Soy osada, atrevida e irreverente y quizá me equivoque más no me importa, mi naturaleza siempre ha sido rebelde y solo quien concibe la rebeldía como un arte, es capaz de no dejarse atrapar por los embrujamientos que lo arrastran a uno al precipicio de las inconciencias. Justo en los momentos más complicados, difíciles y hasta extenuantes coloco mi pensamiento paralelamente al añejo para hacer arte con mis pensamientos, reacciones y actitudes lo cual es un debe para lograr el cometido. Es un placer, un gozo actuar paralelamente. Cincelo mis capacidades para estabilizar mis humores, estabilizo mi ansiedad en serenidad, el desasosiego en inteligencia y el ego en humildad el resultado es increíble e incluso he llegado a esbozar una sonrisa en los momentos más difíciles y desgastantes de mi vida, una sonrisa de verdadera espiritualidad. Hazañas que se edifican cuando uno se decide hacer arte con uno. Cuando un alma descubre como hacer arte con ella, descubre el secreto de la felicidad. Sacar a flote el valor para no temer, me significa erradicar el miedo. Un hecho que realmente cristalice en cuerpo, mente y alma por la sencilla razón de dar la bienvenida a la muerte. ¡SI! es un tremendo arte recibir a la muerte estando en vida, soy una muestra viviente de cada palabra que asevero. Lo sé porque aprendí a abrazar a la vida y a la muerte, conozco a ambas y contrario a delinear como lo logre solo diré que un día morí para renacer, me congratule con ambas enterrando el miedo que un día paralizo mi alma. Hacer arte con mi vida no es cuestión de pintar, esbozar, dibujar o cantar esos son contextos de otra naturaleza, hacer arte con mi vida me dignifica, desempolva este cerebro, alegra el corazón y da calidez al alma.