Sentir lo que pienso, oír lo que hablo y mirar lo que hago es una práctica constante que expande mi conciencia, práctica que no suelto ni por un microsegundo. No es lo mismo decir; –estoy consiente– a decir –trabajo diariamente en ser consiente– habilito mis sentidos para adquirir la maestría de la luz. A medida que me voy desintoxicando de pensamientos, acciones y palabras destructivas voy regenerando las células del cuerpo afirmación puede parecer una locura pero esta mente, cuerpo y espíritu lo ratifican. Cantidad de veces he leído, escuchado y analizado literatura que alude a la toma de conciencia más ninguna de ellas calza a mi entender, mucho menos a mí Ser. Desde el momento que me propuse ser mejor persona los recursos me fueron llegando para generar mi transformación interior. Existe un fragmento muy conocido que dice; “si cambias tú, cambia el mundo” la primera vez que lo leí me gusto, mas no me cambio, existe una gran distancia entre el gusto y el cambio. Doy por hecho...