Desprogramarme
A mas de seis décadas...desprogramarme costo sangre, sudor y lagrimas pero lo logre. ¡claro que lo logre! Desprogramarme de ella fue un martirio y una bendición. Un martirio porque había que aceptar su existencia, una bendición porque jamas perdí la cordura entre el cumulo de bullicios decembrinos, navideños y hasta apologicos. El agridulce disfrute que me veía forzada a disfrazar finalmente fue desprogramado de esta cabeza. Desprogramada de los deseos y banalidades. Y no es que sea el grinch navideño, es el efecto de saberme obsequiar realidad, verdad y temple emocional ante la desbandada sugestiva de compre, compre, compre. Poderosa felicidad me invade porque logre salir de tremendas programaciones terrenales. Darle forma a mi existencia, mente y corazón es mi responsabilidad. Aun y cuando allá afuera todo sea programación aquí adentro todo es conciencia. Lo se porque hilvano mi propia espiral de vida; fuerte e inquebrantable. Los malestares de la vida me siguen llega...