El orgullo


El ego es una comparación.  El amor propio y el orgullo no son comparativos; esa es la diferencia básica.  En el ego siempre te comparas: soy superior a los otros, soy mejor que tú, estoy más elevado que tú, soy más piadoso que tú; yo soy un santo, y tú un pecador.  Por cualquier razón, te comparas a ti mismo, como si fueras superior y reduciendo al otro a inferior.  Así se forma el ego.
Pero el orgullo no es comparativo.  No tiene nada que ver con los demás.  Simplemente dice: me respeto a mí mismo, me amo a mí mismo, simplemente estoy orgulloso de ser; sólo por estar en esta maravillosa existencia.  No tiene nada que ver con los demás.  En el momento que empiezas a comparar, comienzas un juego sucio.
Tu orgullo es solamente un agradecimiento por todo lo que la existencia te ha dado; es tremendo, no somos dignos de ello, no nos lo merecemos.  No nos lo hemos ganado, no tenemos derecho a exigirlo; simplemente la existencia nos lo ha dado todo desde su abundancia…
El amor propio es respeto sin comparación.  El orgullo es dignidad, un sentido de dignidad que la existencia quiere que tengas: esa existencia te ha creado, esa existencia te necesita; eres bienvenido a la existencia.  No eres un niño no deseado, un huérfano; la existencia te nutre a cada momento, te da vida, luz, todo lo que tú necesitas

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