Me equivoco
Me equivoco al hablar, al decir
palabras, al pensar, al tratar a alguien, al reaccionar, sentir e incluso
vivir. Si… me equivoco una y otra vez y equivocarme no es una situación para
lamentar, apenarme o esconderla no, equivocarme es una reverenda alternativa
para remediarse, una oportunidad para enmendar, acciones que recibo con
tremenda conciencia y apertura para transformarlas, ingrediente exquisito de mi
vida; rectificar una y otra vez y no importa cuánto me tarde o cueste importa
vivir en comunión conmigo, vivir con aquello que me hace sentir bien, así de
simple es el sentido de mi vida. Toda equivocación que llega a mi consciente o
inconscientemente la recibo pues resulta ser el medio que me impulsa al cambio.
No se trata de cometer a cada rato equivocaciones no, se trata de ser
consciente de ellas, de convertirlas en oportunidades de vida, me queda claro
que sin dichas equivocaciones estaría girando y girando en sistemas de más de
lo mismo, es decir caería en tontas lamentaciones y mi naturaleza jamás ha sido
lamentarme, mi naturaleza ha sido el cambio, ha aclamado la renovación.
Me susurran al corazón las innovaciones, ser mejor persona, transformar mi piel
de lobo a piel humana, mis sentidos, mi forma de pensar e incluso de amar. Amar
lo que poseo, entregarme a cada uno de mis defectos para purificarlos, renovarlos o eliminarlos. Toda
equivocación inconsciente son las
pequeñas trampas que me ayudan a ser diferente, porque si cometo una de ellas y
la descubro de inmediato pongo manos a la obra para remediarlo. Estoy en camino
de la conciencia, aquella que me mantendrá cual vela encendida mirando el todo,
descubriendo mi verdad, afinando mis sentidos.
Decir que me equivoco no lo justifico mucho menos pretendo la perfección,
para nada, sobre todo en materia de actuaciones terrenales o morales, me queda
claro que equivocarme es normal, tan normal como cualquier mortal. Aludo a las equivocaciones
que tocan el centro de mi ser, aquellas
que me lesionan o lesionan a otros a ellas pongo mi total atención, mi
absoluta conciencia para remediarlas. Cuando cometo algún atropello todo mi ser
vibra al unísono con malestar y no es cuestión de ser puritana, moralista o
juiciosa esos son términos que solo terminan perdiéndolo a uno, son situaciones
que sencillamente me hacen sentir terriblemente mal y tal sentimiento es el que
me lleva a la reflexión para no volver a cometer atropellos espirituales a nadie porque odiaría que a mí me lo hicieran. A tal tipo equivocaciones sí que les presto mi absoluta atención para ser
remediadas. Equivocarme no es una cuestión de reconocerlo es un situación de
conciencia pues no me cabe duda que es la llave de la luz que tanto busco.
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