Mendigo o Rey?
La distancia entre el hombre real y
hombre tal como existe en el mundo, se ha hecho casi insalvable. Están tan
alejados de su propia realidad que han olvidado el camino de vuelta.
Han olvidado cuál era su propósito al
venir aquí.
Hay una antigua parábola... Un rey muy
sabio quería que su hijo su único hijo y sucesor fuera también muy sabio antes
de sucederle y convertirse en rey de su vasto reino. El anciano eligió un
camino muy extraño: Envió a su hijo lejos del reino, le dijo que le abandonaba,
que debía olvidar completamente que era un príncipe.
Le fue arrebatado todo, sus hermosos
ropajes, sus ornamentos... le dieron las ropas de un mendigo y de noche le
metieron en un carruaje para expulsarle del reino. Había órdenes estrictas de
no permitir su regreso al reino bajo ningún concepto.
Pasaron los años; el príncipe se
convirtió en un verdadero mendigo y olvidó que había sido príncipe. De hecho no
tuvo que hacer esfuerzos para olvidar, porque era un mendigo. Pedía
ropa, alimento, abrigo y había ido aceptando lentamente la condición en la que
se encontraba.
Después de muchos años, un día estaba
sentado a la puerta de un hotel, pidiendo. Era pleno verano y quería conseguir
suficiente dinero para comprarse un par de zapatos de segunda mano, por
supuesto porque la tierra le quemaba como el fuego y caminar sin zapatos era
imposible. Tenía heridas en los pies y tan sólo pedía que le dieran unas
cuantas monedas. En aquel mismo momento un gran carro dorado se detuvo delante
del hotel y descendió de él un hombre que le dijo: «Tu padre te llama para que
regreses. Es muy anciano, casi está muriendo y desea que seas su sucesor.»
En un segundo el mendigo desapareció.
Aquel hombre cambió completamente; se podía ver en su cara, en sus ojos... las
ropas seguían siendo las de un mendigo, pero el hombre era totalmente distinto.
Se reunió a su alrededor una gran multitud -la misma multitud ante la que había
estado poniendo la mano para recibir unas monedas- y todos comenzaron a
mostrarle su gran amistad. Pero él ni siquiera les prestaba atención.
Volvió a casa y lo hizo como príncipe.
Dijo a su padre: «Sólo quiero preguntarte una cosa: ¿Por qué he tenido que
mendigar durante tantos años? Realmente me habías olvidado... Si no me hubieras
pedido que regresara, habría muerto como un mendigo, sin recordar jamás que
había sido un príncipe.»
El padre dijo: «Es lo que mi padre
hizo conmigo. No lo hice para hacerte daño, sino para que pudieras experimentar
los extremos de la vida: el mendigo y el rey. Todo el mundo existe entre esos
extremos.
Aquel día te dije que olvidaras que
eras un príncipe; ahora quiero decirte que ser príncipe o mendigo son sólo
identidades que nos dan los demás. No es tu realidad, no eres tú: no eres el
príncipe ni el mendigo. En el momento que te das cuenta de que no eres lo que
el mundo piensa de ti entonces serás la sabiduría andando. De ahí procede la
sabiduría
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