ira


En ti se suceden cambios periódicos: el hombre bueno se convierte en malo, el malo, en el bueno, el santo tiene momentos de pecado y el pecador vive momentos de santo… sólo has de esperar.
Y cuando el santo prevalece… eso es todo.  No actúes cuando el pecador prevalece, no actúes cuando la ira prevalece porque si no te tendrás que arrepentir y habrás generado una cadena de reacciones que te atarán karmáticamente. Si estando en un momento negativo actúas, generarás una cadena que no tendrá final.  Cuando eres negativo, actúas y entonces el otro se vuelve negativo, el otro está dispuesto a reaccionar.  La negatividad crea más negatividad.  La negatividad provoca más negatividad, la ira genera más ira, la hostilidad genera más hostilidad y de esta manera las cosas continúan.  La gente se enreda, unas personas con otras durante vidas.  ¡Y así continúan!
Espera….Cuando estés enfadado, éste es el momento de observarte.  No desperdicies este momento.  La ira está generando en ti una gran energía que puede ser destructiva.  Pero la energía es neutral.  La misma energía capaz de destruir puede ser creativa.  ¡Espera!  La misma energía que puede aniquilar puede repartir vida.  ¡Tan sólo espera!  Esperar y no tener prisa por actuar.  Un día te sorprenderás al ver tu cambio íntimo.  Estabas lleno de ira; esa ira aumentó y aumentó hasta alcanzar su clímax… y entonces la rueda giró.  Te das cuenta de que la rueda está girando, de que la ira se está relajando, de que la energía es liberada y de que ahora estás en un estado de ánimo positivo, un estado de ánimo creativo.  Ahora puedes hacer algo.  ¡Hazlo ahora!  Espera siempre hasta lo positivo.
Y no te estoy diciendo que reprimas nada.  No estoy diciéndote que reprimas lo negativo.  Te estoy diciendo que observes lo negativo.  Recuerda la diferencia.  Existe una tremenda diferencia.  No te estoy diciendo que tapes lo negativo, que te olvides de lo negativo, que hagas algo contra ello, no.  No te estoy diciendo esto.  No te estoy diciendo que cuando te sientas enfadado, sonrías, no.  Esa sonrisa será falsa, fingida, repugnante.  No sonrías cuando estés enfadado.  Cierra tu habitación, pon un espejo delante de ti y contempla tu rostro enfadado.  No es necesario que nadie lo vea.  Es asunto tuyo, es tu energía, es tu vida, y has de aguardar el momento adecuado.  Continúa contemplando el espejo: tu rostro enrojecido, tus ojos enrojecidos, las ganas de desaparecer del mundo que no te entiende.
Simplemente mírate en el espejo: esos son tus estados de ánimo.  Has de conocerlos.  Forman parte del crecimiento hacia el conocimiento de uno mismo.  Lo has oído desde siempre, desde Sócrates hasta hoy: “Conócete a ti mismo”… ésta es la forma de conocerte a ti mismo.  “Conócete a ti mismo” no significa sentarse en silencio y repetir: “Soy Consuelo, soy el alma, soy Dios, soy esto…”.  ¡Qué estupidez!  “Conócete a ti mismo” significa conocer todos tus estados de ánimo, tus virtudes, tus debilidades, tu basura: el mentiroso, el pecador, el bondadoso, el criminal, el santo, el hombre de Dios, que hay en tu interior…… conocer todos los climas, todo el espectro.  Y al conocerlos, descubrirás sus secretos, las claves, te conocerás a ti mismo.
Descubrirás que la ira no puede existir siempre… ¿o sí?  ¡No lo has probado!  Inténtalo.  No puede existir para siempre.  Si no haces nada, ¿qué va a suceder?  ¿Puede la ira perdurar por y para siempre?  Nada perdura para siempre.  La felicidad viene y se va, la infelicidad viene y se va.  ¿No ves esa sencilla ley?  Todo cambia, nada permanece constante.  Así que ¿por qué tienes prisa?  La ira ha aparecido; se irá.  Simplemente espera; ten un poco de paciencia.  Tan sólo mirala en el espejo y espera.  Deja que la ira esté ahí, deja que tu cara exprese ansias asesinas y se vuelva repugnante.  Pero espera, observa.
No la reprimas, no actúes en función de la ira.  Pronto verás que tu rostro se afloja, que tus ojos se van calmando, que la energía está cambiando: y pronto estarás radiante.  El mismo enrojecimiento de la ira se ha transformado en un bello resplandor en tu rostro, en tus ojos.  Ahora puedes salir: ha llegado el tiempo de actuar.

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