En este instante lo comparto...

El instante es tan radiante que me roba el aliento de lo increíble que resulta Ser. Es exquisito escribir eso, esto que vivo… el instante. Gran parte de mi vida me la pase yendo y viniendo al pasado o al futuro y que pesado es, que abrumada me sentía, que fea mujer me digo en este instante. Escribir acerca del instante es un acto sagrado. Aquí son las cuatro con dos minutos de la madrugada y el instante sencillamente es divino. Armonizo letra a letra con el instante y la delicia de entregarme, embeberme, atrapar segundo a segundo a eso simplemente le llamo vida. Existo en este instante y eso solo con vida lo puedo pagar.
Pero bien habiendo aludido tal derroche de letras me centrare en el por qué escribir acerca de él. Pues bien… lo hago porque es para mí como el remedio celestial para todo tipo de dolencias sean mentales o emocionales al final de cuentas eso que llamamos tiempo me mantuvo atrapada entre el pasado y el futuro dejándome solo dolencias en el corazón, la mente y no se diga el cuerpo…ah! pero que bien se siente sentirse rescatada por uno mismo para estar en el hoy, en el momento, en el instante, sencillamente libera mente, cuerpo y alma de todo tipo de males provocados por uno mismo. Aun cuando ya lo intuía, centrarme en él me resultaba altamente complicado, siempre terminaba siguiendo a la mente, atrapada en el pasado o corriendo como desesperada para llegar al futuro y viceversa. La cantaleta se repetía una y otra vez, solo la meditación me ayudaba brevemente sobre todo cuando me iniciaba en esta práctica. No sé cuándo me arrope del instante, quizá cuando la meditación se volvió mi religión, pero lo que sí sé y lo corroboro en este instante, es que vivir en él se siente como un bálsamo que calma todos los sentidos. Así fue como caí en la cuenta de cómo sanar y vivir saludablemente. A partir de entonces mi meditación se convirtió en una constante. No puedo decir que es una hazaña lograda al cien por ciento pues me mentiría y quedaría atrapada en la falsedad, pero sí puedo decir que me voy adentrando dulce y armoniosamente en el instante y cada que lo hago mi existencia cobra vida y el por qué sigo con vida realmente cobra vida.
Haga lo que haga si me veo atrapada entre pensamientos que aluden al pasado o al futuro refiriendo hechos, acciones, sueños e incluso charlas de cualquier tipo de inmediato me tomo del instante para que mi mente no me atrape entre delirios, ansiedades o persecuciones que enferman. Si estoy cocinando cocino centrada en todo movimiento que realizo, sea cortar verdura, preparar la carne, tomar los utensilios, sazonar, probar, comer… todo absolutamente, todo lo que implica cocinar me centro en ello. En otros tiempos así estuviera cocinando, cocinaba automáticamente pues mi mente volaba tramposamente al pasado o al futuro con cantaletas como; porque, quien, cuando, que voy hacer que horror de mujer resultaba un verdadero viacrucis el hecho de estar piense, que piense. Hoy cocino centrada en el instante y me resulta tan gratificante sentir mis manos moviéndose al ritmo de los movimientos, mi rostro sereno, mi cuerpo erguido, mis pies desplazándose de uno a otro extremo…es el instante del que me impregno. La infinidad de acciones que realizo durante el día, las realizo en el instante y no se diga si estoy creando, trabajando o investigando definitivamente me pierdo, me diluyo entre neuronas, no existo, entro en total y absoluta meditación para construir inteligentemente. Eso es lo maravilloso e increíble del instante, se necesita vivirlo para creerlo. No es fácil hacerlo se precisa de una tremenda energía para vivir realmente en el instante, un verdadera comunión con la vida para no perderte en el pasado o correr tras el futuro. Cuando uno vive religiosamente el instante situaciones increíbles te llegan a suceder como el sentir las vibraciones de otros, captar la dulzura, el amor, las bendiciones es entonces cuando me digo; ¡pero qué maravilla me había estado perdiendo! “el instante”

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