No agobies la mente

Cuanto más se busca la quietud, más inquieta se vuelve la mente.  Cuanto más tratas de silenciarla, más ruido crea.  Cuanto más intentas volverla buena, más pecados la tientan.  Esta es la ley básica de la mente.  Es tan básica como lo es la ley de Newton para la Física: la ley del efecto contrario.
Trates lo que trates de alcanzar, nunca lo lograrás.  Lograrás lo contrario, y entonces se crea un círculo vicioso.  Cuando logras lo contrario, empiezas a pensar que “lo contrario” es tan poderoso que “He de luchar con más ahínco”.  Cuanto más luchas, más poderoso será el opuesto, lo contrario.  Lo opuesto no existe. Tú lo creas únicamente porque tratas de someter a tu mente.  Es un subproducto, un subproducto que aparece porque desconoces la ley.  ¿Qué hacer pues para ofrecer la mente a lo Divino?  Sólo hay un método: elige a lo Divino como el Todo; toma a lo Divino como la Totalidad; toma a lo Divino en todo y por todo.  Por eso los Upanishads no emplean la palabra “Dios”.  Utilizan Eso, para referirse a el pues en el instante en que pronuncian “Dios”, se crea el demonio.  En realidad no emplean palabra alguna: usan un dedo.  Dicen Eso, y con este Eso lo incluyen todo.  Todo y por todo.  Si eres pues capaz de concebir lo Divino como el Todo, entonces eres capaz de ofrecer. 

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