Hacer las cosas bien...

Realmente es una sensación de satisfacción  y excelencia saber que uno puede hacer las cosas bien… es mi sentir en estos instantes, es mi totalidad;  “hacer las cosas bien”
Hacer bien lo que hago es una cuestión de habilidad, perseverancia y paciencia. Por mucho que se desee hacer las cosas bien si no se poseen los intangibles esenciales de la vida sencillamente no funciona. Hacer las cosas bien tiene sus orígenes desde el centro del mismísimo Ser. Múltiples pueden ser los obstáculos del porque no salen bien las cosas y uno de ellos es el como hemos aprendido a reaccionar ante el;  “haz las cosas bien”  o incluso cuando se exige; ¡hazlo bien! Pero resulta que no se logra, más bien se truncan los intentos porque por más que lo intentas y lo intentas nomas no sale, la sola expresión; nomases catalogada como horrenda, pero es lo que quiere expresar mi corazón fehaciente y libremente. Expresión que da esencia a mis letras, letras que se han convertido en mi oración matutina sin avergonzarme de ninguna de ellas. Y a propósito de tal aseveración; “avergonzarse” es una de tantas reacciones que llegan a  inhibir al Ser humano para desarrollar sus habilidades, aunado a ello delata autoestima baja. Situación que quizá se moldeo desde la infancia, en especial si se vive con el asfixiante; “haz las cosas bien”. Origen del porque no se hacen las cosas bien pues toda exigencia que abruma lapida en el cerebro cualquier iniciativa, pero sobre todo apanica al corazón, así es como uno termina automatizado y todo sale mal.
Pero retornando a la exquisitez del hacer las cosas bien, finalmente las vivo, las  siento y me entrego a ellas. Me entrego total y absolutamente a lo que esté haciendo, haga lo que haga, como lo hago ahora con mis letras. Entrego conciencia, claridad cerebral y una vibrante calidez que me invita a revisar mis textos una y otra vez para sentirlos, vivirlos y gozar lo que escribo cual orquesta que vibra en una sinfonía de energía.
Hacer las cosas bien me demanda un exhaustivo análisis,  habilidad que he venido desarrollando. En el pasado podía hacer las cosas rápido pero mal hechas. Deducía que trabajaba bien pero no, ahora lo veo en el burdo y  nefasto pasado de mis evidencias virtuales. Evidencias que atesoro aun cuando estén horrendas pues me muestran lo que fui. Son el resultado de hacerlo no a la primera, de hacerlo una y otra vez. Son el resultado de un arduo trabajo, aprendizaje y desarrollo de nuevas habilidades. Son evidencias de mi evolución. Evolución que no solo ha sido en plano espiritual, también cerebral. Grandioso y sagrado es este cerebro que atesoro. Me va abriendo y abriendo nuevas brechas y que bien se siente sentir la divinidad hacia todos sus planos.
Conozco el camino para hacer las cosas bien y cuando mi cerebro descubre nuevas betas no las suelta, ya lo dicta mi carácter. Me atemorizaba grabar, ahora es como el pan de cada día… es lo que me fascina de la sangre que corre por mis venas. No espero que me caiga del cielo el alimento sea espiritual o material, me pongo las pilas para hacer las cosas bien y el resto no me interesa. Es mi actitud, mi sentir, mi pasión.  Es el misterio de la vida al que me he entregado. Me he entregado tan apasionadamente que tomo conciencia para hacer las cosas bien. Nuevas habilidades experimento, descubro lo maravilloso que es abrir los ojos para embeberme del instante. 

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