Los juegos que juego

He jugado todo tipo de juegos en mi vida, juegos que han sido mi pasión. El mayor y más preciado juego que aún conserva mi corazón fue haber sido niña. Una niña que despertó un día en un lugar  y un espacio cerca de un gran canal de agua y divinos árboles frutales que había en la casa del abuelo. Escenarios que rodeaban mis juegos, eran mi pasión y los gozaba a mas no poder. Jugaba entre los sembradíos de maíz y frijol y de vez en cuando me perdía con mis hermanos por los grandes terrenos que me parecían enormes y lo que aún conserva mi corazón son las exquisitas frutas que podía degustar en el instante que mi cuerpo se trepara por algún árbol frutal o las recogiera del suelo. Fue el juego más exquisito que hoy arropa mi corazón. También jugué a la escuelita una y otra vez por designios de la vida y aunque me parecía árida y poco humana la concluí.  Si, jugué a estudiar la primaria donde fui una niña solitaria y poco sociable, después el destino me llevaría a continuar jugándola al lugar de los ángeles, en un lugar exclusivo de las nenas bien. Ahí debía jugar a saber comportarme a seguir la línea de las niñas angelopolitanas cultivadas en el catolicismo, ahí jugué a ser aún más callada de lo normal pues no sabía cómo se jugaba en las élites sociales, solo sabía jugar entre la tierra y los sembradíos. Gracias a Dios concluí aquel juego monástico donde rezaba casi a diario o me hincaba pidiéndole a quien sabe a quién. Cuando llego mi hora de jugar a la escuelita de adultos, me pudo encantar, empecé a probar juegos divinos y hermosos, de pronto  jugaba a ser joven, tener amigas, ser parte de equipos deportivos. Jugué volibol, softbol, natación, marcha me encantaba ese tipo de juegos por el que daban medallas y aunque en casa decían que solo iba a perder el tiempo, para mí eran juegos encantadores que aún hoy me hacen tintinear de energía. Cuando llegue a jugar a la psicología, me encanto, sabia que para eso había nacido, jugué a ser maestra, donde conocí lo árido de la vida. Juego a ser madre, esposa, ama de casa y a generar dinero, términos que no me agradan para nada, pero los roles los juego divinamente, los sé jugar perfectamente, tan magistralmente que en este instante me embebo de ellos. Finalmente, juego un nuevo juego, un  nuevo estratagema, mi último juego, el cual juego con la pasión de la nena que habita en este corazón.

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